Dr. Víctor Manuel Velasco Herrera
Investigador del Instituto de Geofísica, UNAM.
La pandemia por coronavirus ha tomado al mundo desprevenido y ha puesto al descubierto los grandes problemas de salud de la humanidad. Conocer algunas de las causas por la que la humanidad actualmente tiene problemas de salud es fundamental para comprender el futuro y la historia de la pandemia.
La pandemia no solo es un problema médico y de salud. Es mucho más complejo por lo que se requiere estudiarla con diferentes enfoques y herramientas. La ingeniería espacial combinada con la inteligencia artificial podría proporcionar información muy importante sobre cuando podría ocurrir una segunda ola de COVID-19 y con qué fuerza reaparecerá. Además se podría conocer cuando aparecerán las siguientes pandemias en el siglo XXI.
Cada 120 años ocurre un superávit o déficit solar que dicta la actividad de la vida así como la ocurrencia de pandemias.
El excedente solar propició el Renacimiento, la paz y el desarrollo de las ciencias y las artes. Durante la segunda mitad del siglo XX propició el gran desarrollo tecnológico. Sin embargo, si el astro envía menos energía hay menos comida en cantidad y calidad y, en consecuencia la salud de la humanidad se deteriora, además hay sequias, hambrunas y conflictos bélicos, como las guerras mundiales y las revoluciones sociales.
Por ejemplo, durante el siglo VI, hubo un mínimo de actividad solar llamado “Mínimo medieval”, en este periodo se registró uno de los primeros brotes de la peste bubónica. A comienzos del siglo XIV, la peste negra mató a varios millones de europeos. Este acontecimiento coincide con el periodo de baja actividad solar conocido como “Mínimo de Wolf”.
A principios del siglo XVI, durante el “Mínimo de Sporer”, la viruela traída por los españoles acabó prácticamente con toda la población en México y en Perú ayudando así a los conquistadores españoles.
En el “Mínimo de Dalton”, hubo varios brotes de cólera entre 1816 a 1823. En la última baja actividad solar hubo tres pandemias. La primera en 1918 y 1919 (gripe española), la segunda en 1958 -1959 (gripe asiática) y la última, en 1968 y 1969 (gripe de Hong Kong).
Todas las pandemias ocurren entre otros factores, por una merma energética solar que ocasionan una mala alimentación, además ocasionan grandes sequias por lo que ocurren una gran actividad de incendios forestales en todo el mundo y esto ocasiona una contaminación ambiental que deterioran aun más la salud de la población.
Una nueva etapa de baja actividad solar empezó a principios del siglo XXI que han sido confirmados por los datos satelitales y está deficiencia solar se prolongará a lo largo de casi todo el siglo XXI y tendrá repercusiones globales.
Desafortunadamente, COVID-19 no será la única pandemia del siglo XXI. Habrá otras y quizás sean más letales. En este momento, COVID-19 ha demostrado la mala calidad de vida de la mayoría de la humanidad, a saber, mala calidad del aire, mucha contaminación, mala alimentación, muy pocas personas tienen servicios médicos adecuados. Decidir quién muere o vive en hospitales es inaceptable en el siglo XXI. Uno de los objetivos de la ciencia es dar a toda la humanidad una mejor calidad de vida, no la muerte.
COVID-19 mostró que no existe cooperación entre países para resolver problemas transfronterizos que conciernen a todos los humanos. Diferentes presidentes y jefes de estado han impuesto intereses personales, intereses económicos, intereses militares. Los intereses de sus conciudadanos han sido olvidados. La única forma de resolver los problemas de múltiples capas de la pandemia es comenzar con respuestas científicas.
La cuarentena como solución a una pandemia es muy primitiva indigna de la era del siglo XXI de la ciencia y la tecnología moderna. Hasta ahora, solo se han invocado puntos de vista económicos, comerciales, militares y políticos para hacer frente a los problemas de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, lo que falta es la información científica.
La humanidad no puede seguir dependiendo de la cuarentena como la única forma de enfrentar una pandemia. Deberíamos pensar en la medicina del futuro, por ejemplo, usando nanopartículas programadas con inteligencia artificial.
Proponemos dos escenarios.
Escenario uno: oscilaciones forzadas de la onda COVID-19. Es más probable que este escenario se desarrolle en los próximos meses y produzca brotes epidémicos más severos en todo el mundo y en particular en México. Esto se debe a las condiciones climáticas en el hemisferio norte que se están volviendo más frías y húmedas. También a principios de otoño, cuando las enfermedades respiratorias resurgen y aumentan. COVID-19 también puede combinarse con influenza estacional. Todavía no hay vacuna, habrá muchos portadores y vectores, la población en general no mantendrá medidas de higiene y porque no hay inmunidad colectiva a COVID-19.
A pesar de todos los factores involucrados en forzar las próximas oleadas de COVID-19, es posible implementar una nueva logística para frenar la pandemia. Esto consiste en cambiar la estrategia de seguir “Acoplar la curva epidemiológica” y pasar a “destruirla” antes de que llegue el otoño pronto. Es necesario tener una visión más amplia que permita incluir el amortiguamiento de la oscilación de la onda pandémica o anticipar la onda y cancelar la oscilación de la misma. Para enfrentar las siguientes oscilaciones de la onda COVID-19, diferentes países deberán implementar un paradigma nuevo y diferente.
El concepto de “Acoplar la curva” se desarrolló como la Estrategia nacional para la influenza pandémica AH5N1 Influenza aviar en 2005. “Acoplar la curva” consiste en el cierre de escuelas y el distanciamiento social para retrasar y disminuir el pico de enfermedades y reducir el número total de casos en las comunidades, pero la curva epidemiológica se alarga con el tiempo y con esto la recuperación de la sociedad y la vida económica se pospondrá a muy largo plazo. Sin embargo, esta acción en particular no es suficiente. Dado que esta estrategia debe implementarse durante las pandemias en las que los gobiernos federales tienen vacunas o medicamentos destinados a generar inmunidad adquirida contra una enfermedad al estimular la producción de anticuerpos.
La estrategia “Flatten the Curve” para la influenza no ha funcionado en el caso de COVID-19. En ausencia de una vacuna, es necesario desarrollar otros protocolos para conquistar la segunda ola de COVID-19. Si continúa el mismo paradigma de “Acoplar la curva”, los resultados serán devastadores en todo el mundo.
Escenario dos: oscilaciones amortiguadas de la onda COVID-19. El segundo escenario es menos probable en los años siguientes y se manifestará solo cuando el impacto de la aparición de COVID-19 se amortigüe en todo el mundo. Esto es dudoso porque hay una vacuna, hay inmunidad colectiva, la población mantiene medidas de higiene adecuadas y hay pocos portadores, y la influenza estacional opera fuera de fase con COVID-19.
Esta información puede ser utilizado por todas las autoridades correspondientes para la toma de decisiones y la planificación de las diferentes estrategias de salud que se implementarán.