Bajo la Lupa 07.07.19
https://www.jornada.com.mx/2019/07/07/opinion/008o1pol
Trump basa su relección en tres ejes: 1) la migración –que ya resolvió en su muy peculiar estilo con México–; 2) el auge económico que posponga recesión (https://bit.ly/2Ux9Qh2), cuyo punto estelar ha sido el alza bursátil, y 3) la disminución del precio de los medicamentos de patentes que se encuentran por las nubes y que constituyó otra de sus promesas de campaña.
Trump prepara una orden ejecutiva que declare la Cláusula de Naciones Favorecidas para precios de los medicamentos y así Estados Unidos no pague más que el país con menores precios.
Trump Inquirió la razón por la cual Canadá, al unísono de otros países, pagan menos que Estados Unidos por los mismos medicamentos (https://bit.ly/2LEwoYl).
Después de su diatriba, el Índice Bursátil de Medicamentos periclitó 1.6 por ciento (https://cnb.cx/2YDfRYi).
Tres días antes, The Washington Post señaló el deseo de Trump de disminuir los altos precios de los medicamentos de patente y abrazó la propuesta de Ron DeSantis, gobernador de Florida –donde probablemente se decida la reelección–, para importar medicamentos de Canadá que tienen menor precio (https://wapo.st/2FZmmgT).
El libanés-estadunidense Alex Michael Azar II, hoy secretario de Salud y Servicios Humanos (sic) –anterior subsecretario en la misma secretaría con Baby Bush–, fue presidente de la trasnacional Eli Lilly –décimo lugar del pulpo farmacéutico global “Big Pharma (https://bit.ly/2S1GWC1)” y productora de la insulina para la diabetes tipo 1 que duplicó su precio en sólo cuatro años –y fue miembro del consejo de administración de la entelequia cabildera Biotechnology Innovation Organization.
El secretario de Salud arguye que la importación de medicamentos será inefectiva para disminuir los precios, lo cual llevará a problemas de seguridad, ya que no existe manera de impedir el redireccionamiento de los falsos medicamentos (de otros países) que pasen por Canadá.
La Federal Drug Administration (FDA) de Estados Unidos ha facilitado la adopción de medicamentos genéricos para intentar aplacar la avaricia del oligopólico Big Pharma.
El secretario de Salud no es San Jorge, ni aspira a serlo, para aniquilar al dragón del cartel farmacéutico que se encuentra entre los principales cinco magnos negocios globales, con ingresos de casi un billón de dólares (952 mil 510 millones de dólares), prácticamente equiparable al PIB de México, y que lo colocan con los otros cuatro grandes rubros: los hidrocarburos, los estupefacientes, la venta de armas y la trata de personas.
El ranking del “ Top 10 (https://bit.ly/2XtUtUj)” de las trasnacionales farmacéuticas, por su “participación de mercado (market share)”: 1) Pfizer Inc (Estados Unidos); 2) Novartis (Suiza) –que, por cierto, vende el medicamento más caro del mundo en 2,12 millones de dólares para la atrofia muscular espinal (¡por fortuna, es de una sola toma!); 3) F Hoffmann-La Roche Ltd (Suiza); 4) Merck & Co Inc/MSD (Estados Unidos); 5) Johnson and Johnson (Estados Unidos); 6) GlaxoSmithKline Plc (Gran Bretaña); 7) Sanofi (Francia); 8) AbbVie Inc (Estados Unidos); 9) Bayer AG (Alemania), y 10-Eli Lilly and Co (Estados Unidos).
El Partido Demócrata, en búsqueda de adeptos para la elección, presiona con plausibles propuestas para importar medicamentos de menor costo de Canadá, así como negociar los precios de los medicamentos de los Seguros Médicos (Medicare).
Pese al abordaje bipartidista para intentar someter al cartel farmacéutico, la FDA sólo ha conseguido facilitar la aprobación récord de medicamentos genéricos.
El poder descomunal del Big Pharma es de tal magnitud, que Trump se dispone a ejercer una orden ejecutiva que exaspera a sus congéneres del Partido Republicano, adictos al libre mercado al precio que fuere, y que se aproxima más a la postura del Partido Demócrata.
The Washington Post cita a allegados de Trump quienes señalan que tanto la esterilidad de la diplomacia negociadora con el Big Pharma como su frustración por la carencia de herramientas del Poder Ejecutivo para disminuir los precios de los medicamentosse ha vuelto su “obsesión (sic)”.
Mas bien, la relección es su verdadera obsesión sicológica.
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