Bajo la Lupa 04.09.2017 https://securityconference.org/en/publications/munich-security-report-2017/
Los editores de los Diccionarios Oxford proclamaron a la “Post-verdad” como la palabra del año 2016, que comporta una muy clara dimensión de seguridad que ha gestado “hechos alternativos (alternative facts)”, cuando los ciudadanos y los aliados pierden la confianza en los políticos en temas de seguridad nacional”, por lo que una cultura de la post-verdad hace más probable las campañas foráneas de desinformación.
La Conferencia de Seguridad de Múnich publicó el Reporte 2017 “¿Post-Verdad, Post-Occidente, Post-Orden?”, en alusión al caos global y al declive de Occidente.
Deutsche Welle comentó el reporte, que exhibe un frágil orden mundial debido a que el ascenso del populismo, amenaza el orden internacional que vive un momento anti-neoliberal a escala global, cuando el repliegue de EUA en el escenario mundial puede permitir que otros tomen ventaja del vacío de poder.
En paralelo, el Pentágono publicó un sonado estudio en junio pasado que exhibe varios tipos de “hechos” en la era de la “post-verdad”.
Los cuatro principios que gobiernan el concepto del “Nuevo Riesgo Post-Primacía” son: Diversidad, Dinamismo, Diálogo Persistente y Adaptación, cuyo “abordaje será crítico para mantener la ventaja militar de EUA en el futuro. El estudio fue redactado por el Instituto de Estudios Estratégicos y el Colegio de Guerra del Ejército de EUA.
La “post-primacía” de EUA ostenta cinco características: 1-Hiperconectividad, Armamentismo de la Información, Desinformación y Desafección; 2-Fractura veloz del status quo de la Guerra Fría; 3-Proliferación, diversificación y atomización de una efectiva contra-resistencia de EUA; 4-Resurgente pero transformada competencia de las superpotencias, y 5-Disolución disruptiva y violenta de la identidad y cohesión política.
La identificación de los riesgos son: estratégicos (el principal); militares; operativos, y desafíos futuros.
El estudio analizó 25 años de Seguridad Nacional, Defensa y Política Militar, e identificó seis objetivos duraderos de defensa: 1-Asegurar el territorio, habitantes, infraestructura y propiedad contra daños significativos; 2-Asegurar el acceso a los bienes comunes globales y las regiones, mercados y recursos estratégicos; 3-Cumplir las obligaciones internacionales de seguridad; 4-Suscribir un estable y fuerte orden internacional basado en reglas; 5-Construir y mantener una favorable y adaptativa arquitectura de seguridad global, y 6-Crear, preservar y extender la ventaja militar y las opciones de EUA.
El estudio rememora con nostalgia que “el periodo de 17 años tras de la Guerra Fría fue un tiempo único cuando el poder de EUA no tuvo esencialmente desafíos, nos hemos estado moviendo a una nueva era: un periodo de mejorada competencia global, y la aceleración de tendencias que desafían nuestra preeminencia, complican nuestra toma de decisiones y demandan una mayor agilidad y destreza geopolítica’’.
El estudio carece de autocrítica, se hunde en el narcicismo estadounidense del “pensamiento único”, y no critica que en esos 17 años EUA dilapidó su unipolaridad y dio pie a la resurrección de Rusia y al ascenso de China, quienes ahora comparten el Olimpo geoestratégico.
A juicio de sus autores, el reconocimiento de la post-primacía no es una perspectiva derrotista. Es una llamada de atención, ya que en los próximos 10 años se espera el riesgo de alza de conflictos interestatales en el este de Asia, más vulnerabilidad de plataformas y bases de EUA con la erosión de su ventaja tecnológica, mientras persistirán la inestabilidad en Medio Oriente y la continuación de amenazas de organizaciones extremistas. Casi cualquier conflicto futuro ocurrirá a un ritmo más veloz y en un desafiante campo de batalla más tecnológico.
El estudio critica los términos de referencia de la Revista Trimestral de Defensa (QDR) del 22 de junio de 2001, que 81 días más tarde, el 11 de septiembre, sufrió un cambio súbito en la trayectoria de la defensa de EUA, cuando proclamó que el fundamento de un mundo pacífico, en combinación con otros instrumentos de poder nacional, descansa en la habilidad de las fuerzas armadas de EUA en mantener una ventaja militar nacional relativa a otros.
Un rubro especial versa sobre la “hiperconectividad” en la “esfera de la información”, que se ha convertido en el espacio competitivo más peleado, ya que gracias a Internet se puede identificar a personas con los mismos valores y temores, intercambiar ideas, cuando nuestros gobiernos no son parte de esas conversaciones: tenemos instituciones del Siglo XIX con mentalidades del Siglo XX, tratando de comunicar con ciudadanos del Siglo XXI.
Hoy la información viaja a velocidad de la luz y es difícil limitar sus efectos, cuando a veces la explotación de una información de alto impacto es “libre de hechos (fact free)”: socava la verdad objetiva, cuando la historia verdadera se pierde en un mar de realidades alternativas.
A veces es “inconveniente a los hechos (fact inconvenient)”, cuando erosionan la relación entre gobiernos y gobernados. Todavía en otros tiempos es “peligrosa a los hechos (fact perilous)” cuando expone información clasificada que puede usarse para acelerar la pérdida de ventaja estratégica, táctica y operativa. Hay tiempos cuando es “tóxica a los hechos (fact toxic)”, al envenenar los importantes discursos políticos y debilitar la seguridad fundacional.
El geoestratega estadounidense George Kennan solía decir que la verdad es a veces un pobre competidor en el mercado de las ideas: complicada, insatisfactoria, llena de dilemas, siempre vulnerable a las malas interpretaciones y al abuso.
La post-verdad, que se acerca más a la mentira de las guerras de propaganda, forma parte de las “zonas grises” donde colisionan las tres superpotencias EUA/Rusia/China, que se enfrentan ya en el nuevo campo de batalla tecnológico del Siglo XXI: la “ciberguerra”, con su corolario de la “guerra en el espacio”.