Expansión
Seis meses después de que Donald Trump asumiera la presidencia de Estados Unidos, su discurso xenófobo se ha topado con un “muro”.
Una de las principales banderas durante la campaña del republicano fue la construcción de una barrera física entre Estados Unidos y México, una promesa que hasta el momento ha quedado en espera, una “expectativa frustrada”.
El tema migratorio jugará un papel fundamental en la próxima elección presidencial de México, debido a que los aspirantes deberán hacerse cargo de un escenario que tiene a un presidente estadounidense con una gran animadversión con México, pero además, porque no es un interlocutor confiable, como se ha demostrado en el tema del muro fronterizo.
Cinco meses después de que Donald Trump y Enrique Peña acordaran no hablar en público de los planes del ocupante de la Casa Blanca sobre un muro en la frontera común, el republicano volvió a romper el ‘pacto de silencio’ al insistir en su intención durante la cumbre del G20 en Alemania .
“La situación en los próximos meses se va a agudizar” debido al ascenso del “trumpismo”, dice el analista internacional Alfredo Jalife-Rahme.
El experto se refiere a un movimiento que va mucho más allá del discurso del presidente estadounidense, y que implica el resurgimiento de posturas menos tolerantes en contra de las personas que no nacieron en Estados Unidos.
“Si asesinaran a Trump, se muriera o fuera destituido, el vicepresidente Mike Pence asumiría el poder. Él pertenece al ala más extrema, incluso Trump es ‘liberal’ dentro de ese sector”, sostiene el autor del libro El fin de una era: turbulencias en la globalización.
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Jalife advierte también de la inminente “edificación” de otros muros. El primero, dice, está en la frontera norte, donde prácticamente todos los estados que colindan con Estados Unidos son gobernados por políticos emanados del PAN, el partido conservador mexicano.
El segundo, calificado como el “Muro-Videgaray”, está en la frontera sur con México para supuestamente impedir la llegada de centroamericanos, luego de que el pasado 31 de enero se filtrara una presunta “reunión secreta” en Chiapas entre funcionarios de ambos países para discutir las maneras de sellar la frontera con Guatemala.
En dicho encuentro habría acudido el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Luis Videgaray, aunque esta información ha sido negada en todo momento por el gobierno mexicano.
Las deportaciones a El Salvador, Guatemala y Honduras durante los primeros seis meses del año bajaron 33% anual a 67,520, de acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Del total de salvadoreños, guatemaltecos y hondureños retornados, el 50.2% llegó desde México y el 49.6% desde Estados Unidos.
La OIM también reportó que al mes de abril, 1,095 niños guatemaltecos habían sido retornados a su país por Estados Unidos y México. El 90% de ellos desde esa última nación, un dato que representa una reducción del 52.7% con respecto al mismo periodo de 2016.
El gobierno de Estados Unidos ha dicho que espera deportar al menos a un millón de inmigrantes, de los cerca de 11 millones de indocumentados que actualmente se encuentran en ese territorio.
En 1977 el grupo Los Tigres del Norte lanzó la canción “Vivan los mojados”, desde entonces el problema migratorio ha estado en el debate. Una de las estrofas dice: “Si uno sacan por un Laredo, por Mexicali entran 10, si otros sacan por Tijuana, por Nogales, entran seis, ahí nomás, saquen la cuenta cuántos entramos al mes”.