El País de los Cedros Milenarios es un país antigravitatorio que rompe todas las leyes físicas de la política y la economía.
Después de 15 años de guerra civil que se desató en 1975,el país entró en una fase de estancamiento económico debido a las repercusiones de la lucha fratricida en Siria.
La burbuja inmobiliaria se detuvo y ahora los precios ostentan mayor oferta que demanda.
Los fuertes inversiones de los países árabes del Golfo no detuvieron las construcciones de los rascacielos que habían iniciado y es una visión común observar el gran número de edificios a punto de ser terminados,paradójicamente,pese a la menor demanda local y a la ausencia de los turistas del Mundo Árabe que no han retornado debido a la lucha larvada entre chiítas y sunnitas como reflejo de la guerra civil en Siria:los primeros,mediante el grupo Hezbolá ,apuntalan militarmente al régimen de Bashar Assad y ,los segundos,a través de la agrupación política del “14 de marzo”(patrocinada por Arabia Saudita y la familia del exprimer ministro asesinado Rafic Hariri)apoyan a parte de la heteróclita oposición siria.
El precario turismo proveniente primordialmente de los países árabes del Golfo han sido ahuyentados por una serie de bombazos que ocurrieron en los barrios chiítas del sur de Beirut,relativamente pobres, y a asesinatos de personalidades sunitas en el barrio elegante de Zeitune,cerca del emblemático Hotel Fenicia.
El Líbano no solo vive de la especulación inmobiliaria,hoy en atonía,sino también depende del turismo de los países árabes que ha sido seriamente afectado por la inseguridad.
Una gran carga para el diminuto país de alrededor 4 millones de habitantes lo constituye el gran flujo de refugiados que huyen de Siria—mas de un millón—lo cual carcome el famélico presupuesto estatal.
Es un axioma de la política local considerar que lo ocurre en el mosaico etno-religioso libanés es reflejo de la correlación de fuerzas foráneas que inciden en sus dos fuerzas políticas principales,prácticamente empatadas en su representatividad:el “14 de marzo” favorable a los países árabes del Golfo—primordialmente Arabia Saudita,los Emiratos árabes y Qatar,también divididos entre sí—y el “8 de marzo” apoyado por Irán y Siria.El grupo cristiano también se ha escindido en consecuencia,lo cual se refleja en la batalla por la presidencia.
De acuerdo al Pacto Nacional no escrito,el poder confesional(según la pertenencia religiosa),es repartido acrobáticamente:la presidencia recae en un católico-maronita,la jefatura del gobierno en un musulmán sunnita y la presidencia del Parlamento en un musulmán chiíta—con otra serie de equilibrios de las otras minorías(drusos,ortodoxos,armenios,kurdos etc) que forman parte de su caleidoscopio de 18 sectas religiosas apto para provocar cefaleas a los leguleyos de la hermenéutica sui generis del Líbano.
La primera sesión de la elección del presidente por el Parlamento de 128 miembros requería una mayoría de 86 votos prácticamente imposible de conseguir por cualquiera de los dos bloques políticos antagónicos de marras.
En la segunda ronda ,programada una semana después,bastarán 65 votos,que tampoco puede descolgar alguno de los dos bloques,lo cual apunta a un presidente consensuado que traduzca un acuerdo regional entre Irán y Arabia Saudita.
El límite constitucional es el 25 de mayo que puede desembocar en un vacío presidencial que sería llenado transitoriamente por el primer ministro Tammam Salam(un sunnita pro-saudita)hasta que el Parlamento encuentre al candidato idóneo.
La pregunta nada ociosa es si el presidente del Líbano será elegido “antes o después” de la reelección casi segura el próximo 3 de junio,por siete años adicionales,de Bashar Assad en Siria a quien insólitamente acaba de dar el espaldarazo el exprimer británico Tony Blair.Si es “después”,el peso de Siria en la selección del candidato presidencial libanés pesará un poco mas.Aquí no es poca cosa:su efecto multiplicador es enorme.
@AlfredoJalife