Guerra contra el terror para siempre
La guerra contra el terrorismo internacional, click la última doctrina del Pentágono engendrada en la era del presidente estadounidense Bush, es la constitución de una armada de mercenarios fanáticos religiosos fundamentalistas que han contado desde el inicio con el apoyo de la CIA y otros servicios secretos occidentales. Su objetivo: generar caos, como lo hacen actualmente en Siria, ser el espantapájaros que necesita el imperialismo neocolonial en búsqueda de recursos naturales para tener la cobertura necesaria para intervenir militarmente, posicionarse geopolíticamente y controlar las fuentes.
Y el ganador del Óscar a la Mejor Secuela de 2013 es… La Guerra Global contra el Terror (GGCT), una producción del Pentágono. Que abandonen toda esperanza todos los que pensaban que el asunto se había acabado con la eliminación cinematográfica de “Gerónimo”, también conocido como Osama bin Laden, reducido a un cameo fugaz en la cinta de justificación de la tortura Zero Dark Thirty.
Ahora es oficial –proveniente de la boca del león, el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Martin Dempsey, y debidamente publicado en el sitio de AFRICOM, la filial africana armada del Pentágono. Basta de al Qaida “histórico” oculto en algún sitio en los Waziristanes, en las áreas tribales de Pakistán; ahora le toca a al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI). En boca de Dempsey, AQMI “es una amenaza no solo para el país de Mali, sino para la región, y si… no es encarado, podría convertirse en una amenaza global.”
Con Mali elevado ahora a la condición de “amenaza” para todo el mundo, se prueba que la GGCT será indefinida. El Pentágono no ironiza; cuando, a principios de los años 2000, los guerreros de poltrona acuñaron la expresión “La Guerra Prolongada”, realmente querían decirlo.
Incluso bajo la doctrina de “dirección desde atrás” del presidente Obama 2.0, el Pentágono apunta inequívocamente a la guerra en Mali, y no solo a la guerra en las sombras [1]. El general Carter Ham, comandante de AFRICOM, ya opera bajo la suposición de que los islamistas en Mali “atacarán intereses estadounidenses”.
Por lo tanto, están enviando los primeros 100 “consejeros” militares estadounidenses a Níger, Nigeria, Burkina Faso, Senegal, Togo y Ghana, las seis naciones miembros de la Comunidad Económico de Estados Africanos Occidentales (ECOWAS) que formarán un ejército africano encargado (por las Naciones Unidas) de reconquistar (¿invadir?) las partes de Mali bajo la influencia islamista de AQMI, su facción disidente MUJAO y la milicia Ansar ed-Dine. Ese mini-ejército africano, por supuesto, es pagado por Occidente.
Los estudiosos de la Guerra de Vietnam serán los primeros en notar que el envío de “consejeros” fue el primer paso del siguiente cenagal. Y dejando a un lado una ironía definitivamente no “pentagónica”, EE.UU. entrenó durante los últimos años a soldados malienses. A su debido tiempo muchos de ellos desertaron. En cuanto al capitán Amadou Haya Sanogo, espléndidamente entrenado en Fort Benning, no solo dirigió un golpe militar contra un gobierno elegido de Mali, sino que también creó las condiciones para el auge de los islamistas.
Nadie, sin embargo, presta atención. El general Carter Ham está tan excitado ante la perspectiva de que AFRICOM acumule más actuaciones que Led Zeppelin en su apogeo, y que él mismo adquiera un estatus de salvador icónico (¿Carter de África?), que está confundiendo sus datos. [2]
El general parece haber olvidado que AFRICOM –y la OTAN– apoyaron (y armaron) irremediablemente a los rebeldes de la OTAN en Libia que fueron la vanguardia combativa en la guerra contra Muamar Gadafi. El general sabe que AQMI tiene “mucho dinero y muchas armas”.
Pero cree que los que abandonaron Libia y se llevaron sus armas, eran “mercenarios pagados por Gadafi, y que “muchos de ellos provenían del norte de Mali”. No, general, no eran mercenarios de Gadafi; en su mayoría eran rebeldes de la OTAN, los mismos que atacaron el consulado de EE.UU., en realidad una estación de la CIA, en Bengasi, los mismos que viajan a Siria, los mismos que andan sueltos por todo el Sahel.
¿Qué se propone Argelia?
En el momento justo, el primer ministro británico David Cameron oyó la Voz de su Amo, y anunció que la intervención en Mali durará años “o incluso décadas”. [3]
Este martes, la creme de la creme del establishment de los servicios de inteligencia británicos se reúne para planificar nada menos que una guerra pan-Sahara/Sahel, para la cual quieren otra “coalición de los dispuestos” al estilo de Bush. [4] Por el momento, la participación británica significa aún más “consejeros” en las acostumbradas categorías de “cooperación militar” y “entrenamiento de seguridad”, mucho dinero y, por último pero no menos importante, Fuerzas Especiales en modo de guerra en las sombras.
Todo el escenario llega completo con otro providencial “Gerónimo”: Mokhtar Belmokhtar, alias “El Inatrapable” (por lo menos para la inteligencia francesa), el líder del MUJAO que fue el cerebro del ataque al campo de gas In Amenas en Argelia.
¿No habremos visto esta película? Claro que la vimos. Pero ahora –es oficial– Mali es el nuevo Afganistán (como ya informó Rebelión en Arde, Mali, arde, Mali, el Afganistán africano el 21 de enero de 2013). Dice Cameron: “Tal como tuvimos que enfrentarnos en Pakistán y Afganistán, el mundo tiene que unirse para enfrentar esta amenaza en el Norte de África”. Correcto: Belmokhtar ya está ensayando para su aparición en un cameo en una secuela de Zero Dark Thirty.
De modo que ahora está claro dónde se ubica la “relación especial” anglo-estadounidense de Pentágono/Africom/inteligencia británica – con los franceses bajo el presidente François Hollande, reconvertido en señor de la guerra, “dirigiendo” momentáneamente el camino hacia la Operación Cenagal Africano. Crucialmente, nadie en la Unión Europea, aparte de los británicos, está suficientemente loco como para seguir los pasos del señor de la guerra Hollande.
En comparación, lo que definitivamente no está claro es dónde se ubica la clave de esta ecuación –Argelia– desde el punto de vista de la GGCT occidental.
El hecho número uno es que el nuevo “Gerónimo”, Belmokhtar, y su Brigada Mulathameen (“Los enmascarados”), cuyo “Batallón firmado en sangre” atacó en Argelia como un subgrupo, goza de vínculos extremadamente confortables con la inteligencia secreta argelina. En cierto modo, esto podría verse como un remix de la relación entre los talibanes –y al Qaida “histórica”– con el Servicio de Inteligencia Interservicios (ISI) paquistaní.
La reacción ultradura de los militares argelinos al ataque islamista era predecible (es lo mismo que hicieron en los años noventa en su guerra interna contra el Frente de Salvación Islámico): No negociamos con terroristas; los matamos (junto con numerosos rehenes). Lo hacemos solos, sin extranjeros entrometidos, y preferimos una censura total de la información.
No es ninguna maravilla que este modus operandi haya provocado un rosario de levantamientos de cejas en la “relación especial” anglo-estadounidense. De ahí, la conclusión de Washington y Londres: no podemos confiar en los argelinos. Nuestra GGCT –el capítulo Sahara/Sahel– se librará sin ellos. Tal vez, incluso contra ellos.
Un factor serio que complica las cosas es que los cerca de 40 islamistas (incluidos libios, sirios y egipcios) cruzaron por lo menos 1.600 kilómetros de desierto y llegaron de Libia, no Mali. Tenían que contar con “protección” seria – cualquier cosa desde inteligencia suministrada por una potencia extranjera a argelinos cualificados y bien informados. Los rehenes hablaron de secuestradores “con acento norteamericano” (incluyendo a un canadiense al que Reuters ha llamado “Chedad”) y todos ellos sabían exactamente dónde se encontraban los extranjeros dentro del complejo. [5]
El profesor Jeremy Keenan de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos en Londres lo ubica en términos de una operación de bandera falsa argelina que fue por mal camino. [6] Argel puede haber querido señalar a Occidente que los bombardeos franceses en Mali serían inevitablemente contraproducentes; pero luego Belmokhtar trastocó todo el asunto ya que estaba furioso porque se había permitido a los franceses que utilizaran el espacio aéreo argelino para bombardear Mali. En cierto modo, podría verse como otro remix de la revuelta de los talibanes contra el ISI.
La opinión pública argelina siente profundas sospechas, por decir lo menos, de los motivos de todos los protagonistas, incluidos el gobierno argelino y especialmente Francia. A continuación cito una muestra fascinante. Vale la pena citar in extenso esta perspectiva, de un profesor de ciencias políticas, ya que resume claramente la “conducción” francesa en el nuevo capítulo de la GGCT.
En una entrevista con el periódico en idioma francés Le Soir d’Algerie, el profesor de ciencias políticas Ahmed Adimi describe la intervención como un intento de “debilitar Argelia” y un “paso en un plan para la instalación de fuerzas en la región del Sahel”. La tesis de Adimi es que Francia ha trabajado durante años para desestabilizar el Sahel como medio para fortalecer su posición geopolítica.
Cuando se le pregunta si la operación francesa en Mali era consistente con la resolución 2085 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Adimi declara que la resolución “no plantea un gran problema de por sí. Las potencias occidentales la han utilizado para intervenir y adoptar resoluciones a fin de justificar sus operaciones militares. Esto ya ha pasado en Irak. De hecho, la operación francesa puede parecer legal ya que tiene lugar a pedido del presidente en funciones de Mali. Sin embargo, es importante recordar que el actual gobierno llegó al poder en un golpe. Respecto a la intervención, era ciertamente predecible pero los franceses han precipitado las cosas. […] Esos grupos terroristas están siendo manipulados por potencias extranjeras,” y sigue argumentando que se “permitió” que esos grupos pasaran al sur a Konna como medio para justificar la intervención francesa.
Adimi argumenta que los argelinos han “estado haciendo sonar la alarma sobre la situación en el Sahel en general. Ahmed Barkouk y yo mismo hemos organizado varios seminarios sobre este tópico. Discutimos el papel de Francia y su compromiso en la región. Francia fue la que estuvo tras la creación del movimiento por el Azawad, y hablo ciertamente de la organización política y no del pueblo de Azawad, que tiene derechos como comunidad. Los franceses sabían que su intervención en Libia llevaría al retorno de los militares tuaregs favorables a Gadafi a Mali. También planificaron la entrega de las provisiones de armas libias a lo largo del Sahel. Ese proyecto es transformar la región en un nuevo Afganistán, el resultado de una planificación a largo plazo.”
Tariq Ramadan, en un artículo devastador, [7] también desenmascara a París, haciendo la conexión entre la dudosa intervención “humanitaria” de Sarkozy en Libia y el actual impulso de Hollande por proteger a un país “amigo”, todo combinado con la hipocresía de décadas de Francia a la que no le importa en lo más mínimo el sufrimiento de “el pueblo” bajo diferentes dictaduras africanas.
Pero el Óscar al Mejor Guión Hipócrita ciertamente va para la actual preocupación francesa-inglesa-estadounidense de que Mali pueda ser el nuevo campo de juego de al Qaida, cuando los principales campos de juego son en realidad el norte de Siria apoyado por la OTAN (hasta la frontera turca), el norte de Líbano y la mayor parte de Libia.
Sigamos el oro y sigamos el uranio
Incluso antes de que sea posible analizar enteramente la miríada de ramificaciones –muchas de ellas imprevistas– de la GGCT expandida, hay dos frentes que deben ser cuidadosamente observados en el futuro cercano. Por lo tanto sigamos el oro y sigamos el uranio.
Sigamos el oro. Numerosas naciones tienen lingotes de oro depositados en la Reserva Federal de Nueva York. Incluyen, fundamentalmente, Alemania. Recientemente, Berlín comenzó a pedir que se le devuelva su oro físico, 374 toneladas de la Banque de France y 300 toneladas de un total de 1.500 toneladas de la Reserva Federal de Nueva York.
Adivinad lo que dijeron esencialmente los franceses y los estadounidenses. ¡No tenemos oro! Bueno, por lo menos ahora mismo. Tardará cinco años hasta que el oro alemán en Francia sea devuelto, y no menos de siete años para el alijo en la Reserva Federal en Nueva York. Resultado final: tanto París como Washington/Nueva York tienen que presentar como puedan el verdadero oro físico.
Y ahora Mali encaja maravillosamente. Mali –junto con Ghana– representa hasta un 8% de la producción global de oro. De modo que si alguien está desesperado por conseguir el artículo genuino –oro físico– tiene que controlar Mali. Imaginad si todo ese oro cayera en manos de… China. Ahora sigamos el uranio. Como sabe cualquiera que se haya interesado por el caso del óxido de uranio de Níger antes de la invasión de Irak, Níger es el cuarto productor de uranio del mundo. Su mayor cliente es –¡sorpresa!– Francia. La mitad de la electricidad de Francia proviene de la energía nuclear. Sucede que las minas de uranio en Níger están concentradas en el noroeste del país, en la cadena occidental de las montañas de Air, muy cerca de la frontera maliense y una de las regiones bombardeadas por los franceses.
El tema del uranio está íntimamente conectado a sucesivas rebeliones de los tuaregs; hay que recordar que, para los tuaregs, no existen fronteras en el Sahel. Todas las recientes rebeliones de los tuaregs en Níger ocurrieron en tierras del uranio, en la provincia Agadez, cerca de la frontera de Mali. De modo que, desde el punto de vista de los intereses franceses, imaginad la posibilidad de que los tuaregs logren el control de esas minas de uranio y comiencen a hacer negocios con… China. Pekín, después de todo, ya está presente en la región.
Todo este crucial tejemaneje geoestratégico, “Occidente” combatiendo a China en África, con AFRICOM ayudando al señor de la guerra Hollande mientras adopta la perspectiva de la Guerra Prolongada, realmente invalida el síndrome de la repercusión negativa. Es impensable que los servicios de inteligencia británicos, franceses y estadounidenses no hayan previsto las ramificaciones negativas de la “guerra humanitaria” de la OTAN en Libia. La OTAN estuvo íntimamente aliada con salafistas y salafistas-yihadistas, temporalmente reconvertidos en “combatientes por la libertad”. Sabían que Mali –y todo el Sahel– estarían posteriormente repletos de armas.
No, la expansión de la GGCT al Sahara/Sahel ocurrió intencionalmente. La GGCT es el regalo que sigue rindiendo; ¿qué podría superar a un nuevo teatro de guerra para el complejo industrial-militar-de seguridad-de contratistas-de medios franco-inglés-estadounidense?
Oh, sí, también hay que tener en cuenta ese “pivoteo” hacia Asia. Uno daría un dedo –extraído al estilo islamista– para saber cómo y cuándo tendrá lugar el contragolpe de Pekín.