La Jornada; 29 de Abril 2018
https://www.jornada.com.mx/2018/04/29/opinion/012o1pol
En 1996, el anterior secretario del Pentágono en la mayor parte de los dos mandatos de Ronald Reagan, Caspar Weinberger, en colaboración con Peter Schweizer, presidente del Instituto James Madison, con un prólogo ignífero de la ex primera ministra Margaret Thatcher publicó su libro volcánico La próxima guerra (https://goo.gl/tyL5oK) de EU en el mundo, donde exhibe cinco escenarios: 1) contra Norcorea, que no ha variado sustancialmente, pero con la esperanza de un apaciguamiento debido al próximo encuentro entre Trump y el mandatario norcoreano, Kim Jong-un; 2) contra Irán, cuya prospectiva se ha intensificado con Trump que sopesa abjurar el acuerdo nuclear que operó Obama, para favorecer a Israel; 3) invasión a México (sic) debido al advenimiento de un gobierno radical; 4) contra la Rusia resucitada, y 5) contra Japón, lo cual ha variado sustancialmente y que, a mi juicio, ha sido sustituido por China en el nuevo espacio geoeconómico/geopolítico del Indo-Pacífico.
Weinberger –de padre judío y madre episcopalista, implicado en el pestilente escándalo del Irán- Contras– contemplaba sin desparpajo intercambios nucleares, guerras químicas (hoy la moda, aunque fuesen fake news, como en Siria), y la ciberguerra. Doce años después del ominoso libro siguen vigentes cuatro de sus cinco escenarios.
Es impactante que México venga en tercer lugar en las cinco guerras programadas por Weinberger, ex vicepresidente de la omnipotente trasnacional Bechtel y anterior presidente de la revista Forbes, de la cual es accionista el entreguista ex presidente Ernesto Zedillo.
Por demás perturbador es que algunos ex mandatarios de México participen, a sabiendas o por nesciencia, en los organigramas de los proponentes de la invasión a México.
La invasión proyectada conlleva el cambio de régimen en México y uno de sus primeros operativos contempla(ba) la destrucción de la base aérea de Santa Lucía, tema relevante con el debate sobre la viabilidad de los aeropuertos de los hoy candidatos.
Desde los secretos Tratados de Bucareli de 1923, la dotación y operabilidad del Ejército Mexicano ha sido limitada y controlada. Ignoro si esto ha variado desde la presunta incrustación del “México neoliberal itamita” al esquema de Northcom/Comando Norte (https://goo.gl/LvFAza) y a la integración energética de Norteamérica (https://goo.gl/b6jbiv) (https://goo.gl/PQrUDB).
La invasión terrestre propuesta por Weinberger sería por tres zonas: 1) del Fort Lewis (estado de Washington) –que 12 años después está fusionado con la base aérea de McChord– a través de Tucson (Arizona) penetrando por Sonora; 2) de Brownsville a Tampico, y 3) desde Fort Hood (Kileen, Texas) entrando por Monterrey hasta Guadalajara.
Se suma un ataque de los marines al puerto de Tampico, otro punto muy vulnerable de México: clásica ruta de las invasiones previas, como la marítima de Veracruz en 1914, según el Museo Nacional de las Intervenciones (https://goo.gl/ccr67w).
Ya en ese entonces, Weinberger vislumbraba una poderosa guerra de propaganda –cuando Televisa era todavía omnipotente– para persuadir a los mexicanos de la bondad de la invasión de EU que tenía como objetivo implantar la verdadera democracia y dar fin a su situación de “Estado fallido (https://goo.gl/M8ihvz)”: concepto desestabilizador que estuvo muy de moda por los multimedia de EU hasta que fue entregado el petróleo mexicano mediante la “reforma energética (https://goo.gl/EUET7w)”.
Con Fox, entonces presidente texano-irlandés-mexicano el ASPAN (https://goo.gl/GV2Qqq) –que ni aportó seguridad y menos prosperidad a la parte mexicana de Norteamerica (sic)–, y con Calderón y su hilarante Iniciativa Mérida de guerra contra las drogas se gestó de facto una invasión militar disfrazada de EU mediante la participación de sus mercenarios de Blackwater/Xe Services.
La invasión de Weinberger contaría con el respaldo del secretario de Relaciones Exteriores de México –a no confundir con Videgaray 12 años después– que participaría con un grupo de conspiradores para capturar la residencia de Los Pinos.
Ya desde 1970, Brzezinski, entonces consejero de Seguridad Nacional de Carter, alertaba de que EU “no deseaba otro Japón al sur de su frontera (https://goo.gl/vQRT54)”, lo que explica(ba) el rezago tecnológico de México y la flagrante ausencia de transferencia de tecnología en el discriminativo TLCAN que benefició más que nada y nadie –en términos de porcentaje de ingresos del PIB– al narcotráfico: primer ingreso nacional en bruto.
En espera de las guerras programadas por Weinberger, que ninguna ha ocurrido y operan como jaque al rey, nada menos que el general Wesley Clark, del grupo Chicago y anterior comandante de la OTAN en la guerra clintoniana contra Yugoslavia, delató que, después de los polémicos ataques del 11/9, el Pentágono adoptó un plan para derrocar a siete países en cinco años: Irak, Libia, Siria, Somalia, Sudán, Líbano e Irán (https://goo.gl/vkyDhz). Cinco ya ocurrieron: sólo faltan Líbano e Irán.
Una cosa son las guerras regionales de Israel encomendadas a EU, delineadas en el memorando secreto del israelí-estadunidense Paul Wolfowitz y reveladas por el general Clark, y otra cosa son las guerras globales de Reagan/Weinberger/Thatcher.
Las guerras que libra EU contra México desde 1836 con la independencia de Texas (luego anexada en 1845 por EU) –sumada de la guerra de EU en 1846/1848, en la que México perdió 2.4 millones de kilómetros cuadrados, más de la mitad del territorio, sin contar la expedición punitiva de Pershing contra Villa en 1916– fueron reales.
La guerra planeada por Weinberger persiste 12 años después bajo la espada de Damocles de la invasión de EU a México debido a la doble coartada de la fracasada (¿deliberadamente?) guerra de las drogas y al ascenso de un gobierno “radical ( whatever that means)”, que ahora se han transmutado en una doble guerra contra la que parece ser perenne guerra contra las drogas y la nueva guerra demográfica, con excrecencia electorera a los dos lados de la frontera (https://goo.gl/dsmjpp), debido a la galopante natalidad del segmento mexicano en EU que ha puesto de cabeza a Trump, el profeta de los WASP:blancos, anglosajones y protestantes (https://goo.gl/a3mNJ6).
Trump ya militarizó la frontera con 4 mil soldados de la Guardia Nacional que pueden llegar a 100 mil, según los deseos del general Kelly, anterior mandamás de la Seguridad del Hogar y hoy jefe del gabinete trumpiano.
Ni la tercera parte de su muro ni la militarización de la frontera de Trump son nuevas cuando ya dos ex presidentes, el republicano Baby Bush y el demócrata Obama, habían colocado en la frontera 6 mil y mil 200 soldados respectivamente (https://goo.gl/hhy5YQ).
Por lo visto, el ejército de EU mantiene un menú de guerras multivariadas y hasta de balcanizaciones contra México (https://goo.gl/T86b2N) (https://goo.gl/kXnJYL).
Es perturbador el discurso balcanizador del ex gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón alias El Bronco –apodo que denota más su congénito salvajismo que su civilidad–, quien sin recato ultraja a los habitantes de los estados del sur, en específico a Chiapas y a Oaxaca. ¡Cuidado!